La “Madre tierra” en crisis climática, según los pueblos indígenas
12 mayo 2009
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Un comunicado de los representantes indígenas de todo el mundo describe “la Madre Tierra [como que] ya no se encuentra en un proceso de cambio climático, sino en una crisis climática”.
El manifiesto, conocido como la Declaración de Anchorage, fue publicado después de que pueblos indígenas del Ártico, América del Norte, Asia, el Pacífico, Latinoamérica, África, el Caribe y Rusia se reunieran en Anchorage, Alaska para la Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático.
“Nos encontramos profundamente alarmados por la acelerada devastación climática producida por el desarrollo no sostenible”, menciona la declaración.
“Estamos sufriendo impactos adversos, profundos y en medida desproporcionada sobre nuestras culturas, nuestra salud humana y ambiental, nuestros derechos humanos, nuestro bienestar, nuestras formas de subsistencia tradicionales, nuestra soberanía alimentaria, nuestra viabilidad económica y nuestra propia supervivencia como pueblos indígenas”
“La Madre Tierra ya no se encuentra en un proceso de cambio climático, sino en una crisis climática y ambiental. Por ello insistimos en el cese inmediato de la destrucción y profanación de los elementos de la vida”.
La declaración recoge catorce llamadas específicas para la acción. Entre éstas se incluyen: la reducción de los niveles de las emisiones globales de carbono, participación de los pueblos indígenas en el debate sobre cambio climático, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas con el objetivo de lograr “Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación” (REDD), el abandono de “soluciones falsas” para el cambio climático como la energía nuclear, el “carbón limpio” y los biocombustibles; el reconocimiento por los gobiernos de los derechos de los pueblos indígenas; y la vuelta y restauración de tierras, aire, bosques, aguas, océanos, hielo marino y sitios sagrados tradicionales” usurpados a los pueblos indígenas por los gobiernos en el pasado.
La declaración culmina con la oferta de “compartir con la humanidad nuestro conocimiento tradicional, nuestras innovaciones y nuestras prácticas, siempre y cuando nuestros derechos fundamentales como guardianes trans generacionales de este conocimiento sean plenamente reconocidos y respetados. Reiteramos la necesidad de acciones colectivas urgentes”.