Este 18 de abril de 2024 #DecolonizeUNESCO
Cada año desde 1983, el 18 de abril la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) invita al mundo a celebrar el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, también conocido como Día del Patrimonio Mundial. Concienciar sobre la preservación de nuestro patrimonio compartido puede parecer positivo, pero la realidad sobre el terreno de muchos lugares listados como Patrimonio de la Humanidad (WHS) dista mucho de serlo.
En muchos de estos lugares se cometen terribles abusos a plena vista, con la complicidad e incluso a veces con el apoyo de la UNESCO. Con demasiada frecuencia los llamados sitios “naturales” del Patrimonio Mundial son zonas de guerra para los pueblos indígenas, cuyo papel vital en la preservación y conformación de estos espacios se niega y, a menudo, se suprime sin piedad. Estos pueblos se enfrentan a golpes, violaciones, abusos e incluso asesinatos cuando intentan acceder a sus territorios ancestrales. Y todo ello en nombre de la “conservación” de la naturaleza.
Descritos erróneamente como “naturaleza pura”, al menos un tercio de los 227 sitios designados como sitios “naturales” del Patrimonio de la Humanidad, según la Convención del Patrimonio Mundial de 1972 de la UNESCO, “están total o parcialmente ubicados dentro de los territorios tradicionales de los pueblos indígenas y son de gran importancia para sus medios de vida y su bienestar espiritual, social y cultural”. Pero en lugar de celebrar y valorar su papel como los mejores guardianes de sus territorios, los pueblos indígenas están pagando un precio amargo por haber moldeado y habitado los paisajes más bellos e importantes de nuestro mundo.
En este Día del Patrimonio Mundial, pedimos a la UNESCO que deje de ser cómplice de violaciones de derechos humanos, que elimine de su lista de Sitios del Patrimonio Mundial los lugares donde ocurren estas atrocidades y escuche a los pueblos indígenas, los mejores guardianes del mundo natural.
Introducción
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La UNESCO ha desempeñado un papel importante en el desarrollo del modelo conocido como conservación de fortaleza. Este tuvo su origen después del fin del dominio colonial en África. En los años que siguieron a la independencia de los nuevos estados africanos, la UNESCO desempeñó un papel fundamental en la difusión de la idea de que era necesario salvar la naturaleza africana mediante la intervención de “expertos” (principalmente exfuncionarios coloniales), la aplicación de la ciencia occidental y la creación de parques nacionales que excluían a sus habitantes originarios (1).
El primer director de la UNESCO, Julian Huxley (quien más tarde fundó WWF), identificó explícitamente a la población local africana como una barrera para la conservación de la naturaleza, quejándose de la “tendencia a satisfacer las demandas inmediatas de las tribus africanas a expensas de la planificación a largo plazo” (2). Huxley escribió que “la mayoría de los indígenas africanos consideran a los animales salvajes como una plaga que hay que destruir o simplemente como carne con patas que hay que matar y comer”(3). La solución de la UNESCO fue brindar “asistencia” a los estados africanos creando y manteniendo parques nacionales (cercados para mantener lejos a los “miembros de las tribus en busca de leña” (4)) en los que los animales estuvieran “a salvo” de la supuesta amenaza africana y los turistas pudieran disfrutarlos.
Como resultado, en los años que siguieron a la independencia de los estados africanos se crearon muchas Áreas Protegidas en territorios de pueblos indígenas, sin su consentimiento, y bajo la influencia de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en asociación con la UNESCO.
Posteriormente, la idea de que los estados africanos deben cercar sus paisajes “naturales” (con la ayuda de la experiencia y mirada occidentales) para el placer de los turistas recibió un importante impulso gracias a la idea del Patrimonio Mundial. Al aplicar este concepto, la UNESCO coloca bajo la tutela de una “humanidad” genérica aquellos ecosistemas que han sido moldeados y habitados por pueblos indígenas.
En 1972, tras ser introducidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en Estocolmo, los conceptos de Patrimonio Mundial o de la Humanidad y el Fondo del Patrimonio Mundial responsable de su conservación quedaron definitivamente instaurados cuando la Conferencia General de la UNESCO adoptó la “Convención sobre la Protección del Medio Humano y el Patrimonio Mundial Cultural y Natural”. A través de esta convención, la UNESCO “busca fomentar la identificación, protección y preservación del patrimonio cultural y natural en todo el mundo considerado de valor excepcional para la humanidad”. Añade que “lo que hace excepcional el concepto de Patrimonio Mundial es su aplicación universal. Los sitios del Patrimonio Mundial pertenecen a todos los pueblos del mundo, independientemente del territorio en el que se encuentren”(5). La convención no menciona el conocimiento o la administración indígenas, y mucho menos los derechos indígenas a la propiedad de la tierra. En su definición de “patrimonio natural” no se menciona a las personas que dieron forma, crearon y nutrieron esos paisajes, ni al valor social o espiritual que estos tienen para los pueblos indígenas que los habitan. El valor de estos lugares se describe únicamente desde el punto de vista de la ciencia, la conservación o la belleza natural.
Con el tiempo, la propia UICN y la UNESCO reconocieron que la definición que se aplicaba a la conservación era incompatible con las necesidades de las comunidades locales. A principios de la década de 1980 promovieron el concepto de “conservación comunitaria”. En décadas posteriores han actualizado políticas, directrices y posicionamientos supuestamente para pedir la “consulta” o la “participación” de los “socios” indígenas. Sin embargo, como demuestran los ejemplos que compartimos más adelante, esto no ha logrado cambiar nada en el terreno: la retórica se ha vuelto comunitaria, mientras que la práctica sigue siendo anticomunitaria.
Desde su creación hasta la actualidad los sitios “naturales” del Patrimonio Mundial han continuado mostrando serias deficiencias en materia de derechos humanos. Las ideas coloniales y racistas sobre la necesidad de proteger la “naturaleza salvaje” de los “malos lugareños” (a veces explícitas por parte de los creadores del enfoque del Patrimonio Mundial e implícitas en las convenciones y acuerdos de la UNESCO que sustentan el marco del Patrimonio Mundial) han adoptado, a base de repetición, una forma muy concreta con expulsiones y violaciones de los derechos humanos de los pueblos indígenas y otra población local cuyos territorios se convierten en Patrimonio de la Humanidad.
Estas violaciones han supuesto frecuentes denuncias por parte de comunidades, organizaciones indígenas, Survival, Relatores Especiales de la ONU y otros, contra la declaración de Sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en tierras indígenas. Sin embargo, la respuesta de la UNESCO ha sido irrisoria y no ha supuesto ningún cambio de rumbo. Para muchos habitantes locales, resulta muy evidente que cuando sus tierras se designan Patrimonio de la Humanidad, se las trata como si en vez de pertenecerles a ellos fueran un bien de “todas las gentes del mundo” (especialmente si se trata de turistas con dinero). Una vez que un lugar es adjudicado por tener un “valor natural excepcional para toda la humanidad”, los gobiernos y las ONG reciben luz verde, y en algunos casos instrucciones claras, de mantener alejada a la población local culpándola por la destrucción de un entorno “natural” que en realidad han gestionado y contribuido a crear.
Los países están interesados en que sus paisajes, así como sus monumentos, se incluyan en la famosa lista de la UNESCO; esto les otorga prestigio y apoyo internacionales, publicidad, turismo y dinero, incluido el acceso a nuevos mecanismos de financiación. Pero para las personas cuyos territorios han sido declarados Patrimonio Natural de la Humanidad, esto no es motivo de celebración.
En numerosas investigaciones de Survival, durante las que visitamos muchas comunidades indígenas en África y Asia, hemos encontrado repetidos casos de torturas, violaciones y asesinatos a personas indígenas dentro y alrededor de sitios naturales de Patrimonio Mundial. Detrás de la belleza de estos sitios “naturales” excepcionales, quienes merecen un claro reconocimiento por su contribución al bien de la humanidad están siendo expulsados de sus hogares y sufriendo violentos abusos. Todo ello para dejar espacio a nuestra falsa fantasía de “naturaleza salvaje”. La UNESCO tiene una enorme responsabilidad en este sentido por su pasado, su continuo impulso de la narrativa colonial que retrata los territorios indígenas como “naturaleza prístina” (sitios "naturales") que deben ser protegidos de sus propios habitantes y su continuo apoyo a los gobiernos que están matando en nombre de la preservación del “Patrimonio Mundial”.
Si hay una lección que aprender sobre cómo compartir las bellezas de nuestro mundo por el bien de la humanidad, esa lección la están impartiendo los pueblos indígenas. Sus formas de vida se basan en la sostenibilidad y en proveer a las generaciones futuras. Son los mejores guardianes del mundo natural y sus derechos deben ser respetados. Instamos a la UNESCO a que deje de apoyar el modelo de conservación de fortaleza y elimine de su lista de Sitios del Patrimonio Mundial los lugares donde ocurren estas graves violaciones de los derechos humanos. Esto supondría el inicio de la necesaria descolonización de la UNESCO.
1. IWGIA, Forest Peoples Programme and Gundjeihmi Aboriginal Corporation, World Heritage Sites and Indigenous Peoples' Rights, 2014.
2. See e.g. J. Huxley, The Conservation of wild life and natural habitats in Central and East Africa: report on a mission accomplished for UNESCO, July-September 1960, UNESCO, 1961.
3. J. Huxley, ‘Poaching: the shocking slaughter of Africa’s Wildlife’, in The UNESCO Courier: a window open on the world, XIV, 9, p. 8-13, illus. , 1961 [FR: Le Courrier de l'UNESCO: une fenêtre ouverte sur le monde, XIV, 9 // ES: El Correo de la UNESCO: una ventana abierta sobre el mundo, XIV, 9]
4. J. Huxley, The Conservation of wild life and natural habitats in Central and East Africa: report on a mission accomplished for UNESCO, July-September 1960, UNESCO, 1961.
5. Ibid
6. UNESCO, About World Heritage.
A continuación compartimos ejemplos que pueden resultar de utilidad o para comprender por qué la UNESCO debería adoptar una postura en contra de la conservación colonial (esta lista no es exhaustiva).
Complejo Forestal Kaeng Krachan, Tailandia
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“Convertirse en parte del Patrimonio Mundial es una grave violación de los derechos humanos.”, Hombre indígena karen que desea permanecer en el anonimato por su propia seguridad.
El Complejo Forestal Kaeng Krachan (KKFC por sus siglas en inglés) fue designado Patrimonio de la Humanidad en 2021 según los “criterios naturales”, como un “hábitat natural importante para la conservación in situ de la diversidad biológica”. Es el hogar del Pueblo Indígena Karen, que ha practicado la agricultura rotativa en este entorno durante generaciones.
El KKFC cuenta con una larga historia de violaciones de derechos humanos, incluidas expulsiones brutales, el incendio de aldeas karen, arrestos múltiples y el asesinato del activista karen Pholachi “Billy” Rakchongcharoen en 2014. Los karen tienen prohibido practicar la agricultura rotativa dentro de lugar designado como Patrimonio de la Humanidad que es fundamental para su forma de vida. Dicen que sin su tierra “los karen ya no existirán”.
El Comité del Patrimonio Mundial designó al KKFC como Patrimonio de la Humanidad a pesar de ser muy consciente de los abusos. En 2021, indígenas karen de KKFC presionaron al Comité del Patrimonio Mundial en China para plantear sus objeciones y tres relatores especiales de la ONU pidieron a la UNESCO que aplazara la decisión hasta que se pudieran abordar las dudas sobre violaciones de derechos humanos. Toda petición fue ignorada.
Representantes karen han explicado a Survival que, debido a la declaración de Sitio Patrimonio de la Humanidad, el Parque Nacional de Kaeng Krachan se ha ampliado. Ello ha provocado que se incrementen los hostigamientos y las detenciones que sufren, así como un endurecimiento de las restricciones que se les imponen. Según declararon el estatus de Patrimonio Mundial supuso para ellos que los intentos de obligarlos a abandonar el bosque "hayan empeorado". Ya ni siquiera pueden recolectar setas.
“El personal del Comité del Patrimonio Mundial sólo ve el bosque y los animales, no ve a la gente, pero la gente somos parte fundamental. No nos ven, es una especie de ceguera”, declaró un hombre karen. “Convertirse en Patrimonio Mundial es una grave violación de los derechos humanos”, añadió otro más tajante.
Escucha el testimonio de Kampu, un joven karen cuya comunidad fue expulsada de lo más profundo del Parque Nacional Kaeng Krachan, y que explica cómo las cosas han empeorado desde que el parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Lee la carta que el Pueblo Karen que vive en el Parque Nacional Kaeng Krachan escribió a la UNESCO sobre cómo la declaración del Patrimonio Mundial multiplicó los problemas que afrontan.
Parque Nacional de Kaziranga, India
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“De repente, los guardaparques me dispararon.”, Akash Orang, un niño indígena a quien dispararon los guardaparques en 2016 cuando tenía siete años.
El Parque Nacional y Reserva de Tigres de Kaziranga, en el noreste de la India, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Desde entonces, se ha hecho famoso por sus brutales ejecuciones extrajudiciales, torturas y detenciones arbitrarias, en las que los guardaparques disparan en el acto y con total impunidad a cualquier persona que consideren “sospechosa”. Es el hogar de los Pueblos Mising y Karbi, así como de otros pueblos indígenas a los que se llevó a la región para trabajar en las plantaciones de té (localmente conocidos como “tribus del té”).
Entre 1990 y 2016, los guardaparques mataron a 144 personas en el parque, incluida una persona indígena con discapacidad severa.
En 2016, a Akash Orang, un niño indígena que tenía siete años, le dispararon guardaparques en las piernas cuando se dirigía a una tienda. De repente, los guardaparques me dispararon”, dijo a la BBC. Sufrió lesiones que le han dejado heridas crónicas y ha quedado mutilado de por vida.
Aunque desde la organización niegan aplicar la política de disparar en el acto, de un informe de 2014 del director del parque se extrae cómo se incitaba a los guardaparques durante su entrenamiento a hacerlo: “nunca permitas la entrada no autorizada: mata a los indeseados”.
Lejos de expresar alarma por las ejecuciones extrajudiciales en Kaziranga, en su informe sobre el estado de conservación de 2011, el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO elogió una notificación del Gobierno que otorga a los funcionarios forestales inmunidad procesal si utilizan armas de fuego en el cumplimiento de su deber como “paso significativo para prevenir la caza furtiva y elevar la moral del personal”.
A raíz de que Survival y las organizaciones locales sacaran a la luz las matanzas en 2016, hubo un mayor escrutinio de las acciones de los guardaparques y tanto el número de ejecuciones extrajudiciales como el de rinocerontes cazados furtivamente se han reducido drásticamente. Pero los pueblos indígenas que viven alrededor del parque todavía sufren acoso y se les prohíbe entrar en su territorio. Un hombre del Pueblo indígena Mising explica: “Ahora ni siquiera podemos traer un trozo de palo del bosque. Ni siquiera vamos allí, pero intentan implicar falsamente a las personas en los casos judiciales y las torturan”.
Mira este breve vídeo sobre las expulsiones de indígenas y las terribles violaciones de los derechos humanos en Kaziranga, Patrimonio de la Humanidad.
Parque Nacional Chitwan, Nepal
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“El mayor crimen de Raj Kumar fue que no podía ver a su familia morir de hambre y se fue a buscar comida a la selva”, Madre de Raj Kumar, joven de Chepang asesinado a golpes por guardas en el Parque Nacional de Chitwan en 2020.
El Parque Nacional Chitwan fue designado Patrimonio de la Humanidad en 1984. Es el hogar de los Pueblos Tharu, Chepang, Bote y otros pueblos indígenas que protegieron sus selvas durante generaciones antes de ser expulsados del parque. Los tharus adoran al tigre y tienen una relación especial con muchos animales, incluidos los elefantes que, según dicen, sólo entienden el idioma tharu.
Las comunidades indígenas de Chitwan han sufrido mucho por la existencia del parque. Han sido expulsados por la fuerza, golpeados, torturados e incluso asesinados en nombre de la conservación. En 2006, Shikharam Chaudhary, un anciano tharu, fue torturado y asesinado a golpes por los guardaparques. Su autopsia reveló que tenía siete costillas rotas y marcas azules y hematomas por todo el cuerpo. Tres funcionarios del parque, incluido el director, fueron arrestados y acusados de asesinato, pero a raíz de la presión ejercida por organizaciones conservacionistas, WWF entre ellas, el Gobierno de Nepal archivó los casos.
En 2020, Raj Kumar, un joven indígena chepang, fue asesinado a golpes por soldados después de recolectar caracoles con amigos dentro del parque. Su madre dijo: “El mayor crimen de Raj Kumar fue que no podía ver a su familia morir de hambre y se fue a buscar comida a la selva”.
Ese mismo año, como parte de una campaña para expulsar a las pocas personas que quedaban en el lugar declarado Sitio Patrimonio de la Humanidad, las autoridades del parque y los soldados quemaron casas chepang y destruyeron otras, dejando a diez familias sin hogar durante el monzón.
Los líderes tharus escribieron en 2020: “Si la gente quiere empoderar a las comunidades, que reconozcan nuestros derechos sobre nuestras tierras, y a gestionar y proteger nuestros bosques nosotros mismos. ¡Haremos un mejor trabajo [que] el gobierno y las ONG!”
Escucha a Birendra Mahato, un activista tharu, que explica cómo los pueblos tharus son víctimas del Parque Nacional Chitwan.
Zona de Conservación de Ngorongoro, Tanzania
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“Se está utilizando el apoyo de la UNESCO para expulsarnos. Estamos muy enfermos y confundidos, no sabemos cuándo vamos a morir”, Líder masái, Zona de Conservación de Ngorongoro.
La Zona de Conservación de Ngorongoro (NCA por sus siglas en inglés), que limita con el Parque Nacional Serengueti, se estableció en 1959 como un área de uso múltiple de la tierra, en la que los animales silvestres coexisten con los pastores seminómadas masáis. Sin embargo, desde su creación, los conservacionistas han afirmado repetidamente que la fauna silvestre en el NCA está en peligro debido a la “presión poblacional”: demasiados masáis y demasiado ganado.
Esta narrativa del “demasiados” ha persistido a lo largo de décadas y ahora está en el centro de la justificación del Gobierno de Tanzania para expulsar a los masáis de la NCA. Los masáis han denunciado detenciones arbitrarias, torturas y palizas, la militarización de la NCA y la confiscación ilegal de su ganado. El Gobierno también ha recortado los servicios sociales y sanitarios en la NCA en un intento de obligar a los masáis a “reasentarse”. Según se ha informado, esto ha provocado la muerte de al menos una mujer embarazada y la falta de tratamiento para el VIH, lo que ha provocado transmisiones evitables en recién nacidos.
Un hombre masái dijo a Survival: “Ya no sabemos qué más males quieren aún cometer contra nosotros”.
La UNESCO ha desempeñado un papel central en la legitimación de este robo de tierras. La Zona de Conservación de Ngorongoro fue inscrita por primera vez como Patrimonio Natural de la UNESCO en 1979. También forma parte de la Reserva de la Biosfera Serengueti-Ngorongoro, que fue creada en 1981 en el marco del Programa Hombre y Biosfera de la UNESCO. En 2010, la inscripción se amplió a Bien de Patrimonio Natural y Cultural mixto.
Sin embargo, el reconocimiento del “patrimonio cultural” no ha llevado al reconocimiento del papel de los masáis ni de sus derechos territoriales. De hecho, ocurre lo contrario. Si bien hasta el Gobierno de Tanzania citó la “destacada importancia de los masáis para la conservación efectiva” en su solicitud de inscripción como patrimonio cultural, la UNESCO no hizo ninguna mención al respecto en su decisión. En cambio, sí destacó que “un mayor crecimiento de la población masái y el número de ganado debe mantenerse dentro de la capacidad de la propiedad”.
No fue la primera ni la última vez que la UNESCO planteó este razonamiento. Anteriormente había declarado que consideraba que la población masái actual estaba muy por encima de la “capacidad de la reserva” y amenazó con que, a menos que “se abordara urgentemente”, el estatus de la zona como sitio de la UNESCO “se pondría en peligro”. En un informe de 2019 del Gobierno de Tanzania la posición de la UNESCO se resumió en oponerse al modelo de uso múltiple de la tierra en NCA y apoyar la reubicación de los masáis, manteniendo solo algunas estructuras para el “turismo cultural”.
Un experto masái explica sobre la participación de la UNESCO que “todo esto es olvidar que es el hogar de los indígenas masáis, barabaig y hadzabes... [Como resultado], los pueblos indígenas en la NCA son confrontados con las nuevas prioridades de gestión destinadas a salvaguardar los llamados ‘Valores Universales Excepcionales’”. Los masáis también han criticado a la UNESCO por designar la NCA como Patrimonio de la Humanidad sin su consentimiento libre, previo e informado (CLPI) y por honrar con esta calificación un lugar en el que se producen abusos y violaciones de los derechos humanos.
Durante años, los representantes masáis han presentando informes a varios organismos de la ONU sobre las expulsiones, violaciones de derechos humanos y acoso que sufren, incluida la UNESCO, y solicitaban una comisión para investigar. Cuando finalmente se llevó a cabo una comisión de este tipo en febrero de 2024 no fueron informados oficialmente y la comisión de la UNESCO solo habló con las partes interesadas designadas por el Gobierno. La comisión no se reunió con representantes legítimos de los masáis en la NCA.
En el contexto de estas violaciones de derechos humanos, los representantes masáis han solicitado que el Ngorongoro sea retirado de la lista del Patrimonio Mundial.
Escucha a Karani Olenkaisiri, un anciano masái, que habla sobre las expulsiones de masáis de la Zona de Conservación de Ngorongoro y Loliondo.
Parque Nacional Odzala-Kokoua, República del Congo
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“Necesitamos la selva. Nuestros hijos ya no conocen los animales ni nuestras plantas medicinales tradicionales. Los bakas vivimos ahora en la carretera. Contarte esto me duele en el corazón. Pero la selva también está enferma sin los bakas”, Hombre baka, Parque Nacional Odzala-Kokoua.
Ubicado en la tierra del Pueblo indígena Baka, cazador-recolector, Odzala-Kokoua es uno de los parques nacionales más antiguos de África y fue designado en 1935 por la administración colonial francesa como reserva de Odzala. Es famosa por los gorilas de las tierras bajas occidentales y elefantes de la selva, y ahora cubre 13.867 km2 (casi la mitad del tamaño de Bélgica).
El parque ha sido gestionado por la organización conservacionista African Parks desde 2010, cuando firmaron un acuerdo de 25 años con el Gobierno de la República del Congo. African Parks adopta un enfoque militarizado de la conservación y es responsable de la violencia generalizada contra el Pueblo Baka, que se enfrenta a atrocidades si intenta acceder a sus tierras para cazar, alimentar a sus familias, recolectar plantas medicinales y visitar sus lugares sagrados. Los bakas han informado a Survival de que en los últimos años, entre otros crímenes horrendos, los abusos de los guardaparques incluyen: verter cera ardiendo sobre sus espaldas y azotarlos sobre la piel herida, las palizas que les propinaban con cinturones, cómo sujetaban sus cabezas bajo el agua en un río... Nos contaron que los guardaparques violaron a una mujer indígena mientras sostenía en brazos a su bebé de dos meses y también a un joven baka de 18 años entre otros terribles abusos.
Además de toda esta violencia, impedir que los bakas accedan a su selva significa que pierden sus medios de vida, pero también su identidad. Dicen que no les queda nada que mostrarles a sus hijos sobre su forma de vida. La existencia misma de los bakas como pueblo está amenazada.
Odzala recibió el estatus de Reserva de la Biosfera de la UNESCO en 1977 y el macizo forestal Odzala-Kokoua se convirtió en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en septiembre de 2023, a pesar de que las atrocidades generalizadas dentro y alrededor del Parque Nacional son bien conocidas.
El documento presentado por el Gobierno congoleño para nominar a Odzala-Kokoua como WHS reconocía que hay muchos pueblos diferentes que viven alrededor del parque y que dependen de la selva tropical del parque para su sustento. En 2022, la propia UNESCO pidió al Gobierno congoleño que consultara a la población local sobre cómo debería gestionarse el parque y aplazó la decisión de aceptarlo. El año siguiente, en la solicitud final del Gobierno para la inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad este no hizo ningún intento por cumplir con esta solicitud. Tampoco demostró cumplimiento de las directrices de la UNESCO sobre pueblos indígenas, vigentes desde 2019, tales como: los gobiernos “consultarán y cooperarán de buena fe con los pueblos indígenas interesados [...] a fin de obtener su consentimiento libre, previo e informado antes de su inclusión en la Lista Tentativa”. Una “revisión técnica” de la propuesta por parte de la UICN incluso consultó qué medidas se habían tomado, en línea con las directrices de la UNESCO, para obtener el CLPI de los pueblos indígenas de la zona. A pesar de esto, la decisión final del Comité del Patrimonio Mundial de aceptar e incluir a Odzala como Patrimonio “natural” Mundial no mencionó ninguna inquietud sobre los pueblos indígenas.
Escucha a Eyaya Nivrel, un joven baka, que rechaza tajantemente el liderazgo de African Parks en las expulsiones, la violencia y la tortura que afrontan los bakas.
Parque Nacional Kahuzi-Biega, República Democrática del Congo
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“Vivimos en el bosque. Cuando nos confrontan, nos violan. Aquellos de nosotros que moriremos moriremos, pero nos quedaremos en la selva”, Mujer batwa a la que violaron guardaparques y soldados en julio de 2021.
El Parque Nacional Kahuzi-Biega (creado en 1970) se convirtió en Patrimonio de la Humanidad en 1980. El Pueblo indígena Batwa que habitaba la zona fue expulsado de sus tierras ancestrales en la década de 1970 para dar paso al parque nacional. La expulsión de los bakas, anteriormente un pueblo autosuficiente, provocó décadas de miseria: despojados de sus tierras víctimas de una discriminación gravísima y tasas de mortalidad extremadamente altas, ya que se vieron obligados a trasladarse a campamentos temporales en zonas cercanas al parque.
Tras numerosas promesas de reparación y justicia incumplidas, en 2018 varias comunidades batwas regresaron a sus tierras ancestrales en el parque, considerando que era la única manera de escapar de su miseria. Esto desencadenó oleadas de violencia contra ellos a partir de 2019 cuando las autoridades del parque, con el apoyo del ejército congoleño (FARDC), iniciaron una campaña para sacar a los batwas de la selva. Llevaron a cabo varios ataques extremadamente violentos contra aldeas batwas que conllevaron terribles abusos ampliamente documentados. Informes recientes dan fe de que esta violencia continúa.
En 2022, un informe de la organización de derechos humanos Minority Rights Group (MRG) documentó que durante estos ataques decenas de mujeres batwas fueron violadas en grupo a punta de pistola. Al menos veinte personas batwas murieron y varias más, incluidos niños, fueron quemadas vivas. Los cadáveres de los batwas fueron mutilados. En sucesivas oleadas de ataques cientos de ellos fueron expulsados, a menudo repetidas veces. Según MRG, estos ataques “fueron parte de una política institucional autorizada y planificada al más alto nivel de la dirección del parque”.
Antes, durante y después de estas recientes oleadas de violencia, el Comité del Patrimonio Mundial instó al Gobierno a reducir la “dependencia de las comunidades locales de los recursos del parque” y solicitó al Gobierno fortalecer “el combate contra la caza furtiva y continuar con las patrullas conjuntas con las [FARDC]”, “aumentar el alcance y la frecuencia de las patrullas”, así como “evacuar a los ocupantes ilegales” y abordar “la creciente presión de invasión de la propiedad” del parque.
Es decir, la UNESCO no sólo legitimó, sino que alentó el régimen y las operaciones que derivaron en dicha violencia extrema contra los batwas.
Si bien el Gobierno francés canceló sus planes de financiar el parque, citando preocupaciones respecto a los derechos humanos, el parque todavía recibe financiación de Alemania y Estados Unidos, así como de la organización conservacionista WCS que ahora lo coadministra. MRG también informó de que estos financiadores han seguido brindando asistencia financiera y material decisiva al parque a pesar de la evidencia generalizada de violencia severa contra el Pueblo Batwa.
Escucha a Julien Basimika, un activista batwa, explicando la violencia, las intimidaciones y los arrestos a los que se enfrentan los batwas desde que fueron brutalmente expulsados del Parque Nacional Kahuzi-Biega.
Conclusión
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La evidencia científica demuestra que los pueblos indígenas son los mejores guardianes del mundo natural. A nivel global, el 80% de la biodiversidad se encuentra en sus territorios. Muchos de los entornos y paisajes “naturales” más famosos del mundo, incluidos los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad, son en realidad las tierras ancestrales de millones de personas indígenas que los han moldeado, dependido de ellos, nutrido y protegido durante milenios. El concepto de “espacio salvaje”, en el sentido de una naturaleza prístina, intacta por el hombre, es un mito colonial: las tierras se presentaban como vacías para que pudieran ser arrebatadas. Otro mito es que sólo la ciencia occidental y sus “expertos” pueden gestionar estos entornos con éxito.
A lo largo de los años, la UNESCO ha contribuido a reforzar estos peligrosos mitos, así como sus evidentes consecuencias: se niega, invisibiliza y oculta el papel de los pueblos indígenas en la conservación, y son expulsados, torturados, violados y asesinados por guardaparques cuando intentan acceder a sus tierras ancestrales.
En muchos casos, la UNESCO tiene una clara responsabilidad sobre las violaciones de derechos humanos, en los casos en que ha alentado a los gobiernos a “proteger” los llamados paisajes naturales de las personas que viven allí. Durante demasiado tiempo, la UNESCO ha sido alertada sobre el precio que la población local está pagando en los lugares Patrimonio Mundial que la institución apoya. Durante demasiado tiempo han mantenido silencio sobre los abusos que sufren.
El silencio de la UNESCO es cómplice. Es hora de descolonizar la UNESCO y exigir que adopte una postura en favor de los derechos humanos. Es hora de eliminar de su lista los sitios donde se producen abusos atroces contra los derechos humanos. Esto enviaría un fuerte mensaje a gobiernos y organizaciones conservacionistas que apoyan y financian estas atrocidades.
Existe una forma sencilla de proteger la biodiversidad: reconocer los derechos de los pueblos indígenas. Por tanto, la UNESCO debería promover un modelo de conservación que se base en los derechos territoriales indígenas. Cualquier otra alternativa fracasará, y no sólo fallará a las personas afectadas por el modelo de conservación que apoya, sino que también fallará en el propósito y misión centrales de la UNESCO.
La UNESCO promueve un modelo de conservación que vulnera, aliena y destruye a los pueblos indígenas, los mejores aliados del medio ambiente. Hunde sus raíces en la violencia colonial y en estereotipos racistas. Mientras los pueblos indígenas son expulsados de sus tierras ancestrales y sus formas de vida criminalizadas, los turistas son bienvenidos.
Durante más de 30 años, Survival International ha denunciado las atrocidades cometidas en nombre de la “conservación” de la naturaleza.
Únete ahora a nuestro movimiento #DecolonizeConservation para descolonizarla y defender un nuevo modelo que tenga en su centro a los pueblos indígenas.
Eran expertos conservacionistas mucho antes de que se inventara la palabra “conservación”.
#DecolonizeConservation
Tu apoyo es necesario para que la UNESCO deje de ser cómplice de violaciones de derechos humanos
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