Indígenas amazónicas “nos” conocieron, y decidieron regresar a la selva
13 septiembre 2016
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Dos mujeres indígenas aisladas de la Amazonia brasileña acaban de completar un extraordinario viaje de regreso a su selva, tras haber sido evacuadas en helicóptero cuando estaban a punto de morir.
En 2014, Jakarewyj y Amakaria, indígenas awás no contactadas, nómadas y cazadoras-recolectoras, se vieron obligadas a entablar contacto con una comunidad de awás contactados porque se encontraban cercadas por madereros y habían contraído gripe y tuberculosis, enfermedades frente a las que no tenían inmunidad.
Las dos hermanas y el hijo de Jakarewyj, Irahoa, llevaban años viviendo a la fuga: se habían visto obligados a abandonar su tierra y a esconderse de los madereros cuyas motosierras “gritonas” los aterrorizaban. “Teníamos miedo de ellos. Tuvimos que escapar”, dijo Irahoa a Survival. Los otros miembros de su grupo fueron exterminados.
Los aliados de los awás en Brasil y simpatizantes de Survival de todo el mundo exigieron que Brasil adoptara medidas y el Gobierno envió un equipo de especialistas médicos. Jakarewyj y Amakaria fueron trasladadas de emergencia en helicóptero hasta São Luís, donde finalmente pudieron recuperarse.
Ahora ambas mujeres han decidido regresar a sus vidas como indígenas aisladas en la selva, a pesar de la continua amenaza de los madereros. Los awás contactados afirman que no les gustaban los alimentos o los medicamentos a los que no estaban habituadas, ni el calor que hacía en la aldea, y que ellas siempre hablaban con cariño de su selva.
Parece que tras emprender el viaje de regreso cubrieron sus rastros para que no las pudieran seguir.
Rosana Diniz, de la organización de derechos indígenas brasileña CIMI, declaró: “Debemos respetar su decisión de regresar a la selva. Es su deseo. Las dos señoras están viviendo en un lugar que, aunque es peligroso, es conocido y amado por ellas”.
Los pueblos indígenas aislados son los más vulnerables del planeta. Poblaciones enteras están siendo exterminadas por la violencia ejercida por los foráneos que les arrebatan sus tierras y recursos, y por enfermedades como la gripe y el sarampión frente a las que no tienen inmunidad.
Muchos awás contactados dicen que preferían la vida antes del contacto. Wamaxua, un hombre awá recientemente contactado, dijo: “Cuando vivía en la selva, tenía una buena vida. Ahora, si me encuentro con algún awá no contactado en la selva, le diré: ‘¡No te vayas! Quédate en la selva… No hay nada aquí fuera para ti’.”
A pesar de ello algunos foráneos, como los antropólogos estadounidenses Kim Hill y Robert Walker, siguen abogando por las expediciones de “contacto controlado” para forzar el contacto con pueblos indígenas e integrarlos en la sociedad mayoritaria.
Sin embargo, otros interpretan la decisión de estas mujeres como un indicador claro de que muchos no solo prefieren la vida en la selva como era antes del contacto, sino que también rechazan muchos de los llamados beneficios del “progreso” y la “civilización”.
“Estamos muy contentos de que Jakarewyj y Amakaria se hayan recuperado y pudieran tomar la decisión de cómo desean vivir”, declaró Stephen Corry, el director de Survival International. “Iniciar el contacto debe ser una elección libre de los propios indígenas aislados. Aquellos que entran en territorios de tribus no contactadas les niegan esa posibilidad de elegir. La trayectoria de estas hermanas y su determinación no dejan lugar a dudas: los pueblos indígenas aislados están luchando incansablemente para vivir en sus tierras, y depende de los gobiernos y de toda la humanidad garantizar que puedan hacerlo”.