“Nos hicieron igual que a la arena”
En 2006, el periodista gráfico Dominick Tyler pasó algún tiempo en uno de los campos de reasentamiento para bosquimanos, y los acompañó en su viaje de vuelta a la Reserva de Caza del Kalahari Central después de su victoria judicial.
Genéticamente, no hay nadie más próximo a nuestros antepasados que las tribus bosquimanas de la actualidad. Y sin embargo, son los pueblos peor tratados de la historia del África meridional.
La Reserva de Caza del Kalahari Central fue creada en 1961 para proteger las tierras ancestrales de los 5.000 bosquimanos Gana, Gwi y Tsila.
Sin embargo, esta reserva, un enorme territorio más grande que Suiza (52.000 km2) con llanuras, sabanas y cauces de ríos fosilizados, se encuentra en el centro de la región diamantífera más rica del mundo. Después de que se descubrieran diamantes en la reserva en los años ochenta, el Gobierno de Botsuana expulsó por la fuerza a los habitantes más antiguos del país.
Entre 1997 y 2002, casi todos los bosquimanos fueron expulsados de sus hogares y trasladados desde sus territorios de caza a campos de reasentamiento fuera de la reserva. Sus comunidades fueron desmanteladas y el pozo que hasta entonces utilizaban destruido, derramando el agua que se extraía de él en la arena. El Gobierno intentó hacer imposible el acceso a un hogar, a su fuente de alimento y al agua, todos ellos derechos humanos.
Los bosquimanos llevaron al Gobierno de Botsuana a los tribunales. En 2006, en una victoria judicial histórica para los pueblos indígenas, ganaron su derecho a regresar a casa.
El Gobierno continuó impidiendo este regreso, prohibiendo a los bosquimanos acceder al pozo que había destruido durante las expulsiones.
Con el apoyo de Survival International, los bosquimanos apelaron contra una sentencia del Tribunal Supremo en 2010 que confirmaba la mencionada prohibición.
El 27 de enero de 2011, en otra nueva victoria para los pueblos bosquimanos y los derechos humanos en todo el mundo, el Tribunal de Apelaciones de Botsuana revocó el veredicto de 2010.
Ahora, Survival ha recibido informes de que las fuerzas de seguridad de Botsuana están arrestando e intimidando a los bosquimanos, y de que la policía ha establecido un campamento permanente cerca de la comunidad de Metsiamenong.
© Dominick Tyler
Una mujer bosquimana en una calle de de Nuevo Xade, en Botsuana, un campo de reasentamiento del Gobierno en el que instalaron a muchos bosquimanos antes de 2006.
Durante las expulsiones forzosas, sus casas tradicionales fueron derribadas, sus clínicas y escuelas clausuradas, y el pozo que habían usado hasta entonces destruido, derramando el agua en la arena.
“Si fuera a un ministro y le dijéramos ‘vete de tu tierra’, pensaría que estoy loco”, dijo un bosquimano.
Y sin embargo eso es exactamente lo que les ocurrió a los pueblos que una vez habitaron el territorio desde la cuenca del Zambezi al Cabo.
El Gobierno de Botsuana dice que los bosquimanos deben abandonar lo que ellos califican de una vida miserable “entre los animales”, para poder “alcanzar” el desarrollo del resto del país. También han afirmado que la presencia de los bosquimanos en la reserva no es compatible con la preservación de la vida salvaje.
“Debemos sacarlos de la situación en la que se encuentran”, dijo el ministro de Exteriores. “A todos debería preocuparnos que una tribu siga en la naturaleza conviviendo con la flora y la fauna”.
El ex presidente de Botsuana, Festus Mogae, se preguntó: “¿Cómo puede una criatura de la Edad de Piedra existir en la edad de las computadoras?”
© Dominick Tyler
Una pareja de ancianos bosquimanos en su terreno vallado en el campo de reasentamiento, en Nuevo Xade.
La mayoría de los bosquimanos fueron expulsados de la reserva en tres grandes oleadas, en 1997, 2002 y 2005, lo que supuso la violación de la propia Constitución de Botsuana.
El Gobierno intentó convencerlos de que la expulsión era por su propio bien, que el traslado les beneficiaría social y económicamente. Hicieron énfasis en la puesta en marcha de servicios de educación y salud en los nuevos campos.
“¿Cómo puede alguien decir que es mejor vivir en la naturaleza con los animales que aquí, en los reasentamientos?”, se preguntaba James Kilo, un represenante del Gobierno.
Lo cierto es que los reasentamientos son lugares sonde la depresión, la prostitución, el sida y el alcoholismo son rampantes. Los bosquimanos se refieren a ellos como “lugares de muerte”.
Arrancar por la fuerza a las personas de sus tierras, de sus hogares, mitos, rituales y recuerdos es, en realidad, una vía rápida hacia la aniquilación de la autoestima y el colapso de toda una sociedad.
“El león y yo somos hermanos, y me crea confusión el que yo tenga que abandonar este lugar y que el león se pueda quedar”, dijo un líder gwi.
© Dominick Tyler
Durante el reparto mensual de comida en Nuevo Xade, los bosquimanos firman en un registro con su huella dactilar antes de poder recibir las provisiones que les corresponden.
Vivir en los campos de reasentamiento supone que los bosquimanos rara vez pueden ganarse la vida como lo han hecho desde hace milenios: cazando animales y recolectando plantas silvestres. La caza es lo que siempre han conocido, es su modo de vida, su historia y su identidad como pueblo.
Ahora, sin embargo, les han denegado las licencias de caza, y cuando cazan, con frecuencia son arrestados y apaleados. Un hombre bosquimano recibió un permiso para entrar en la reserva durante sólo 3 días, y los guardas forestales lo siguieron a todas partes. Otros han sido objeto de graves torturas a manos de los guardas cuando eran sospechosos de haber estado cazando.
“Los bosquimanos son un pueblo cazador”, dijo Roy Sesana. “Yo crecí como cazador. Todos nuestros jóvenes y hombres eran cazadores”.
En los campos de reasentamiento, sin embargo, dependen de las ayudas del Gobierno.
“No quiero esta vida”, dice un bosquimano gana. “Primero nos empobrecen al quitarnos nuestro medio de vida, y luego dicen que no somos nada, porque somos pobres”.
© Dominick Tyler
En 2002, los bosquimanos llevaron al Gobierno de Botsuana a los tribunales.
El caso se convirtió en el más largo y caro de la historia del país, a pesar de que los demandantes eran sus habitantes más pobres.
Lograron una histórica victoria en 2006. Los bosquimanos consiguieron el derecho a regresar a sus tierras, y los jueces dictaminaron que su expulsión por parte del Gobierno había sido “ilegal e inconstitucional”.
El primer convoy de bosquimanos que abandona Nuevo Xade en un intento de regresar a la Reserva de Caza del Kalahari Central es retenido en la entrada a la reserva por los guardas forestales.
© Dominick Tyler
Amanece en una comunidad bosquimana en el interior de la reserva, la mañana siguiente al regreso de los primeros bosquimanos.
© Dominick Tyler
Bosquimanos en Molapo, una comunidad dentro de la Reserva de Caza del Kalahari Central, saludan a los familiares y amigos que acaban de regresar del exilio en Nuevo Xade.
© Dominick Tyler
Un bosquimano que acaba de regresar a su hogar en la reserva deja correr la arena del Kalahari entre sus dedos por primera vez en cinco años.
“Nos hicieron igual que a la arena, nacimos aquí”, dice. “Esta es la tierra del padre del padre de mi padre”.
© Dominick Tyler
Niños pequeños en Metsiamenong beben agua traída de un pozo lejano.
Una de las formas en que el Gobierno intentó hacer imposible su retorno al hogar fue prohibir el acceso a un pozo de agua dentro de la reserva. Puesto que las lluvias son impredecibles en la reserva, el pozo era su principal fuente de agua.
En junio de 2010, los bosquimanos comenzaron un nuevo proceso judicial contra el Gobierno, en un intento de conseguir acceso al pozo.
En el juicio, el juez dictaminó que los bosquimanos no tenían derecho a acceder al pozo existente en sus tierras, ni a excavar uno nuevo, y que “eran los culpables de cualquier incomodidad que pudieran sufrir”.
A finales de enero de 2011, sin embargo, dicho veredicto fue anulado por una decisión unánime del Tribunal de Apelaciones, compuesto por cinco jueces, que sentenciaron que negar a los bosquimanos el acceso a su pozo significaba trato “degradante”, y por tanto contrario a la Constitución de Botsuana.
© Dominick Tyler
Una mujer bosquimana come melón, con el que se hidrata, en la comunidad de Metsiamenong.
Tradicionalmente, los bosquimanos obtienen agua de pequeñas lagunas que se forman cuando la lluvia llena depresiones en la arena, así como de plantas con los melones tsamma y raíces, gracias a técnicas aprendidas a lo largo de miles de años de supervivencia en el desierto durante las estaciones secas, cuando las mencionadas lagunas del Kalahari se convierten en polvo. “Aprendes lo que te dice la tierra”, afirma el bosquimano gana Roy Sesana.
Cuando las lagunas están vacías, la vida sin un pozo de agua, en uno de los lugares más secos del planeta, se vuelve en extremo difícil.
En lo que supuso una decisión histórica, los jueces del Tribunal de Apelaciones dictaminaron que los bosquimanos no sólo tienen derecho a usar su viejo pozo, sino también a excavar nuevos pozos. También indicaron que el Gobierno debía pagar las costas judiciales de la apelación de los bosquimanos.
“Llevamos mucho tiempo esperando esto”, dijo un portavoz bosquimano. “Como cualquier otro ser humano, necesitamos agua para vivir”.
© Dominick Tyler
Nubes de tormenta sobre el desierto del Kalahari; una promesa de lluvia que se ha hecho esperar. En el horizonte, el negro humo de miles de incendios que arden lentamente se eleva para oscurecer los vastos cielos de un gris difuminado.
“¿Por qué debo irme?”, preguntaba un bosquimano. “¿Por qué persigue el Gobierno de Botsuana a los bosquimanos?”.
“Nacía aquí y llevo aquí mucho tiempo. Es mi derecho, por nacimiento: aquí, donde el cuerpo de mi padre yace en la arena”.
© Dominick Tyler
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