Contacto: un relato personal

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Aterrorizada, una familia lo arriesga todo y establece contacto

Caminamos hasta el lugar donde Parojnai había afilado antes una lanza. Allá nos quedamos, preparando nuestro campamento. Después de un rato oímos el ruido de un camión.

Fuimos a recolectar miel, porque Parojnai ya había encontrado un árbol con miel. Amajane [su hijo mayor] y yo vimos una topadora [excavadora]. Vimos la topadora y nos acercamos, aunque los cojñone nos mataran, no nos importaba que nos mataran.

“Una © Survival

Entonces vimos una pequeña casa [en realidad era un remolque para el conductor paraguayo de la excavadora]. Amajane nos dijo:
“Quedaos aquí, mientras voy a averiguar cómo son los cojñone, si es posible contactarlos.” Por entonces no teníamos ningún conocimiento de cómo eran los cojñone. Al regresar, Amajane nos dijo: “Vi a algunos cojñone pero tuve miedo y no pude acercarme más”.

Parojnai me preguntó si tenía miedo de los cojñone o no. Le contesté: “No tengo miedo, voy a acercarme a ellos”.

Berui [su segundo hijo] dijo: “Voy contigo”. Pero yo le dije a Berui: “No quiero que vengas con nosotros. Si los cojñone nos matan, tú tendrás que cuidar de tus hermanos pequeños [Tocoi y Aripei] y vivir con ellos.” Berui obedeció y se quedó con sus hermanos pequeños. Fuimos por el borde de la carretera, hacia los cojñone.

Vimos la casa de los cojñone. Al llegar a la casita, Parojnai gritó: “¡Yo soy Parojnai!”. Pero parecía que nadie estaba en la casa. En ese momento Amajane también gritó: “Yo soy Amajane. No he venido a mataros”.

“Ibore © Survival

Parojnai siguió gritando: “¡Yo soy Parojnai!”, y de repente salió un cojñoi y vi cómo son los cojñone; vi que son personas como nosotros. Le dije de nuevo: “No venimos a matarte, sino que queremos vivir con ustedes”.

El hombre dijo: “Eja, eja, eja” y yo noté que él tenía mucho miedo. No hacía más que mover la cabeza y mirar hacia atrás, parecía como si quisiese salir corriendo. Dio unos pasos atrás y yo le dije: “No hay que correr, no vamos a matarte, somos buenas personas”.

Amajane le hizo señales para que se acercase. Cuando se acercó, le rodeé con un brazo y Parojnai le rodeó con el otro brazo y le dije “Sentate acá, sentate acá”. Le dije: “No tenga miedo de nosotros”, y le grité a Parojnai: “Agárrale tú también, no queremos que vuelva a marcharse”, y siempre con las mismas palabras le dije a él: “No tenga miedo, no tenga miedo de nosotros, somos buenos”. El hombre repetía a cada rato: ”Eja, Eja, Eja”.

Yo le repetía “no tengas miedo”. El cojñoi tenía algo en su mano [un rifle] y yo le pregunté a Parojnai: “¿Qué eso que lleva en la mano?”, y Parojnai respondió: “Es un arma”. Y yo le dije al cojñoi: “No tengas miedo de nosotros, tráenos algo de comer, tenemos hambre”. El cojñoi entró en la casita y sacó un plato lleno de galletas y se comió las galletas delante de nosotros. Yo las probé también, pero no me gustaron.

El hombre nos pasó las galletas mientras se reía “ji, ji, ji”, y también trajo un poco de guiso en otro plato. Igual que las galletas, se lo comió delante de nosotros, yo también lo probé, pero no me gustó.

“Ibore © Ruedi Suter/Survival

Parojnai dijo: “Tráiganos agua, tengo sed, quiero tomar agua”. Vimos un bidón con agua dentro y tomamos agua. Amajane llegó justo cuando acabábamos de encontrar el agua del cojñoi. Amajane tenía miedo del agua y la derramó. Yo le dije: “No hay que derramar el agua”.

El cojnoi entró en su casita y trajo un arma. Amajane y su padre se quedaron junto a este hombre todo el tiempo, le siguieron a cada paso. De repente, disparó al aire.

Yo me asusté, pensé que disparaba a mi hijo y a mi esposo. Y grité: “¡Eeeeeh!” de puro miedo, y de repente el hombre se quitó la camisa y me la dio, riéndose. Entonces yo le di un collar de purucode [semillas negras] y se lo puse alrededor del cuello. Parojnai también trajo un collar de purucode y también se lo puso alrededor del cuello.

En las fotos tomadas al día siguiente, puede verse a Ibore vestida con la camiseta roja de fútbol del hombre.

Ahora, Ibore y sus hijos viven en una pequeña comunidad ayoreo al borde del bosque. Parojnai contrajo la gripe y la tuberculosis poco después del contacto, y murió de ésta última en 2008.

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